EL BAILE DE LA ESCOBA




Noviembre de 2007

Una particular situación se dio en julio de este año en Santa Rosa, cuando los trabajadores de CLEAR (empresa concesionaria del servicio de limpieza), en reclamo de mejoras salariales, suspendieron sus actividades. La municipalidad local mandó a trabajadores municipales que cumplen otras tareas a recolectar las bolsas de basura en camiones. Pero, además, ¿A qué no saben a quién mandó a barrer las calles?
Sí. A las mujeres que, en algunos casos cumplen la función de tarjeteras por el radio céntrico-la mayoría de ellas con planes de empleo.
Barrer, en ciertas circunstancias, no tendría nada de malo, porque el género es fiel representante de la limpieza; aunque esto traiga aparejadas otras cosas y a muchas no nos guste ni planchar ni barrer ni abrir la puerta para ir a jugar. Pero, el punto es que, la municipalidad no proveyó de uniformes y escobas especiales con los típicos carritos de barrendero a estas mujeres que bien podrían hacer un trabajo que no fuera humillante en mejores condiciones laborales. Tampoco les pagó ningún adicional por cumplir otras funciones por las que habían sido contratadas.
Con pantalones de hilo, en el mejor de los casos, una escoba, como la que antaño usaba mi abuela (en el siglo XIX) y bolsas negras de consorcio, la municipalidad capitalina mandó a las chicas a barrer en horarios dónde la temperatura era muy baja (6 bajo cero).
No faltaron los comentarios machistas cuando se vio en la ciudad a estas señoritas barriendo las calles. Demás está decir que tampoco faltaron ciertos automovilistas y también algunos peatones que, en actitud soberbia miraban a estas chicas como diciendo “ya era hora que te pusieras a barrer”.
La dominación patriarcal es violencia que enseña a las mujeres que deben ser sumisas y obedientes (“vamos, vamos barriendo sin chistar…..que no te doy ningún plan de empleo”) y los varones deben ser fuertes y poderosos (“vos manejá el camión que sino tampoco tenes posibilidades de cobrar tu sueldo a fin de mes”)
Flora Tristán, una adelantada para su época en la lucha por la causa de la mujeres y por los derechos de los trabajadores del mundo dijo que “El hombre más oprimido puede oprimir a otro ser, que es su mujer. La mujer es la proletaria del proletario.”
Es necesario que los varones trabajadores comprendan que, si quieren liberarse de la explotación de los patrones, no será humillando ni bastardeando a las mujeres en actitudes machistas, sino uniéndose con ellas en la lucha contra la opresión convirtiendo a sus compañeras de clase en sus mejores aliadas.

Claudia-Agrupación Pan y Rosas-La Pampa